LOS HERMANOS ALBUJAR Y MANUEL GUARNIZ
En marzo de
1881, establecieron los chilenos una guarnición en Guadalupe, la que era
comandada por el capitán Chacón, quién a la vez obedecía órdenes del jefe
provincial sargento mayor don Ezequiel Villarreal cuya sagacidad y buen tino
evitó a la provincia excesos y cobardías perpetrados por la soldadesca
intemperante y levantisca. Residía en San Pedro.
sucesos
Desde que
los invasores habían sentado sus reales en Guadalupe, nadie los había
hostilizado y vivan en paz.Un hecho inusitado vino a turbar la tranquilidad de
los soldados chilenos. En el departamento de Lambayeque se habían levantado
falanges de guerrilleros. Los hermanos Valera conocidos como Chorrocas, un tal
Soberón y otros atacaban a las guarniciones de Chiclayo y Lambayeque.
Dos
centenares de guerrilleros comandados por Belisario Valera entraron a Guadalupe
el 25 de octubre de 1881.La guarnición chilena en Guadalupe, estaba compuesta
en esos días por 40 soldados chilenos.Los chilenos ocupaban una casa en la cual
funciona hoy en día la subsede de la Universidad Nacional de Trujillo en la
calle Ayacucho muy cerca de la plaza de armas.Al oír los tiroteos los chilenos
se imaginaron que se trataba de un ataque en forma, se desplegaron en grupos
por diferentes sectores aledaños a la plaza de armas. Dos horas y media duro el
enfrentamiento armado siendo las fuerzas de Chorroca repelidas.
La población
guadalupana de aquella época estaba preocupada por las acciones que pudieran
tomar los chilenos contra la población en vista de los eventos sucedidos.La
situación era difícil y se complicó más, esa misma tarde (25 de Octubre),
después que el orden estaba completamente restablecido, transitaba un sargento
chileno por la calle panteón(hoy día Junín) y al pasar por la casa que ocupaban
Fernando Albujar, Justo Albujar (zapateros) y Manuel Guarniz(aprendiz de
zapatero) un tiro le badeó el kepí, sin tocarle la cabeza. Confundido por el
pánico, el sargento abultó las cosas y contó a sus jefes que al pasar frente a
la casa de unos zapateros Albujar le habían disparado.
Se ordeno
que los Albujar y Manuel Guarniz sean apresados. Estos jóvenes no habían tomado
parte en el ataque al militar chileno, pero según algunas versiones se sabe que
el que hizo el disparo fue un sirviente de don José González, apellidado
Domingo Rubio, que en compañía de su patrón y de el señor José Valderrama, se
encontraban en los altos de la casa de los Albujar, cuando ocurrió el incidente
ellos no habían estado allí.Cuando los Hermanos Albujar y Manuel Guarniz
llegaron al cuartel, el jefe chileno les hizo muchas preguntas a fin de saber
si ellos realmente habían hecho el disparo.
Fernando
Albujar con una entereza digna del inconmensurable valor moral que poseía,
contestó que ninguno de los tres había tomado parte en el evento ocurrido.El 27
de octubre se dio a conocer al pueblo que los Albujar y Manuel Guarniz serían
fusilados por ataque al invasor.Un concejo de guerra sin previo estudio del
asunto, había decidido el fusilamiento.
Los hermanos
Albujar y Manuel Guarniz decidieron no delatar a los que habían realizado el
ataque prefiriendo en este caso el fusilamiento.Un formidable movimiento de
protesta se organizó en la ciudad, el general Ecuatoriano Don secundino Darquea
el cual vivía en Guadalupe junto con otros extranjeros que también residían en
la ciudad y demás distritos de Guadalupe, elevaron un memorial al jefe departamental
de Trujillo, demostrando que los jóvenes no habían realizado ningún ataque.
El referido
memorial debía ser trasmitido por teléfono desde San Pedro de Lloc, capital de
la provincia de Pacasmayo a Trujillo y como ya los Albujar y Manuel Guarniz estaban
en capilla llevó el mensaje haciendo un viaje forzado el mismo hijo del general
Darquea, quien lo entregó al jefe provincial chileno don Ezequiel Villarreal,
que dicho de paso estaba también interesado en salvar a los Albujar y Manuel
Guarniz.
En la noche
Villarreal habló por teléfono con el coronel Novoa, jefe departamental de las
fuerzas chilenas, exponiendo la petición de Guadalupe, el clamor de los
extranjeros y manifestando francamente que los acusados eran inocentes. La
respuesta de Novoa fue brutal, pues contesto lo siguiente: ANTES DE AHORA HA
DICHO USTED QUE ERAN CULPABLES, HOY AFIRMA QUE SON INOCENTES, ¡FUSILELOS¡ VOY A
DORMIR. En seguida dejó el fono.
De nada
sirvieron las gestiones de los extranjeros, ni las lagrimas de sus hermanas que
solicitaban perdón, de rodillas ante el jefe, ni el ofrecimiento de 6 000 soles
de plata que erogó el pueblo con el objeto de salvar a los Albujar y Manuel
Guarniz. Era una orden superior que venia desde Trujillo, dictada por el
coronel Novoa, quién no conocía los acontecimientos y por la distancia ignoraba
la conclamitación de todo un pueblo herido en lo más delicado de sus
sentimientos.
El 28 de
Octubre de 1881, los hermanos Fernando Albujar y Justo Albujar y su compañero
Manuel Guarniz marchaban al último suplicio. A las ocho de la mañana desfiló el
fúnebre cortejo, precedidos de la caballería e infantería chilenas, tomando el
camino al cementerio general. Las trompetas del batallón tocaban una marcha que
desgarraba el corazón y en todos los semblantes se reflejaba un sentimiento de
tristeza y dolor profundo. Detrás de la tropa iba un numeroso gentío que sirvió
de testigo del inaudito crimen perpetrado en la persona de tres mártires.
Marchaban
los hermanos Albujar y Manuel Guarniz con resignación y conciencia tranquila.
El cura Francisco de Paula Rojas Sarmiento iba con ellos acompañándolos en tan
doloroso trance así mismo respondía ante los curiosos : “Pobres, mueren
inocentes” ya que según se supo años después Los Albujar y Manuel Guarniz le
habían hecho saber como secreto de confesión, quien había disparado y que ellos
no habían realizado ninguna clase de ataque.
Cuando
llegaron al cementerio, a cada uno se le señalo su banco y un soldado se
encargo de ponerles el vendaje, Justo Albujar y Manuel Guarniz consintieron que
se les ponga, pero Fernando lo rechazó, poniendo, en evidencia, una vez más, la
energía de su carácter y el vigor moral de su espíritu, se desgarró la camisa y
dijo lo siguiente: "MUERO INOCENTE Y ESO ME RESIGNA A RECIBIR LA MUERTE
CON PACIENCIA".
Al pueblo no
se le permitió presenciar el fusilamiento, tuvieron que mantenerse a una
distanciaprudencial; esto motivó que Manuel Lías de 09 años y otros dos niños
más, subiesen a un árbol de quebracho, que estaba cerca del lugar de los
sucesos, y así escondidos entre las ramas, poder observar a corta distancia el
acto.
Luego de la
bendición final, a 60 metros de los jóvenes mártires se colocó el pelotón de
fusilamiento conformado por 12 soldados chilenos, a la orden de un oficial,el
cual dio las ordenes siguientes: ...¡Tirador de
pie!...¡carguen!...¡apunten!...¡Fuego!...Dispararon doce descargas de rifles que
acabaron con la vida de los tres jóvenes, fueron enterrados en el mismo
cementerio, los brazos de Fernando Albujar estaban rígidos en actitud
horizontal hacia el frente como si hubiera estado señalando a la tropa chilena.
Gracias al
general Darquea y a las súplicas de su bella hija la señorita Anita Darquea se
logró que fueran fusilados en el cementerio y no en la plaza de armas tal como
lo planeaba hacer la tropa chilena.Toda la población estaba triste y
contrariada, el mismo jefe del destacamento chileno en la provincia de
Pacasmayo el sargento Mayor don Ezequiel Villarreal conocía la injusticia del
proceso, y deploraba con frecuencia el poco tino con que se había tratado el
tema.
De manera ,
pues que este proceso sin documentos legalmente aparejados, es uno de los más
injustos y violentos que registra la historia de la guerra.
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